lunes, 11 de mayo de 2009

Música!


Comenzamos estas recorridas musicales de fin de semana con la grata sorpresa que fue descubrir -casi a fines del siglo pasado- un sonido que nos es familiar y cercano por gusto y por la expansión que la propia música cubana tuvo en todo nuestro continente en los años '50.
En este caso es el Buena Vista Social Club.
De la mano del talentoso músico norteamericano Ry Cooder, pudimos reencontrarnos con la música cubana a partir del recuerdo de viejas glorias que amenizaban los clubes de La Habana en los años previos a la Revolución, cuando Cuba era una especie de "balneario top" de los EE.UU.
Allí se formaron fenomenales big bands cuyo repertorio unía todos los estilos del Caribe con el jazz y daba como resultado una espectacular fusión de ritmos y cadencias que se plasmaron en tantas vertientes como artistas fuimos conociendo con los años.
Del bolero a la rumba, del cha cha cha hasta el mambo, todo tenía cabida en la mente de esos músicos que debían matizar las noches de los turistas con una compañía musical que no podía alejarse de los sonidos recurrentes que buscaban los visitantes pero -orgullo mediante- sin perder su propia esencia. Con los años todo aquel glamour se fue perdiendo y aquellos mismos músicos se quedaron sin más público que el del lugar aunque ya sin el eco internacional de sus propuestas. Incluso muchos de esos carísimos hoteles y clubes cerraron quitándoles lugares de reunión y expresión, vitales para cualquier artista. Esa fue la inmensa tarea de Ry Cooder casi 40 años después. Sacar a la luz nuevamente a esos talentos que estuvieron olvidados tanto tiempo. Claro que encontrándonos con personas ya mayores, algunos hasta octogenarios.
Recomiendo especialmente la película que motivó todo esto y registró no solamente la búsqueda de cada uno de ellos sino la reunión y la vuelta al estudio para disfrutar su talento, por primera vez para muchos.
Muchos de ellos ya no están con vida pero gracias al Buena Vista Social Club y sus tantos derivados discográficos y videos, tuvieron su merecido momento de gloria casi al final de su camino, incluso pudiendo pisar importantes escenarios internacionales gracias al tremendo suceso de esta propuesta. Algunos ni imaginados por ellos mismos, como el Carnegie Hall de Nueva York, sorprendiendo a la vez a un público que durante años también se perdió semejante expresión artística.

Una mirada a esta música para el fin de semana…
Pablo Ramírez

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