lunes, 7 de septiembre de 2009

NO TODOS LOS HOMBRES TIENEN PRECIO

Groucho Marx sostenía que sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde "sí", entonces sabes que está corrupto.

Una encuesta publicada ayer sostiene que el 44 por ciento de los argentinos aceptaría participar en un acto de corrupción.-

Un estudio realizado en Francia, en la década del 70 demostró que el 50 % de las personas –si creyera en la legitimidad y obligatoriedad de la orden- aceptaría aplicar tormentos a sus semejantes.-

La historia de la humanidad demuestra que casi todos los pueblos vivieron etapas de profunda corrupción y de desprecio por la vida humana.-

El hombre, parece un sujeto menos bueno y leal de lo que se cree. Se insiste en intentar creer en que somos mejores. Hasta se muere en ese intento. Salvador Allende, minutos antes de quitarse la vida en el palacio de la Moneda dijo: Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

Napoleón Bonaparte inmortalizó la frase: “todo hombre tiene su precio”.-

En la filosofía china, un cuento que ha de tener más de 3.000 años, pone en escena la posibilidad de que un hombre tenga su precio.

Se narra que en un pueblo había un hombre muy rico –YE WANG- a quien todos le rendían pleitesía. Todos los habitantes se desvivían por quedar bien con él, en la esperanza de recibir alguna vez sus favores.-

Todo el pueblo actuaba con reverencia. Todo el pueblo, menos uno. El más pobre de todos –YIN BAO- ni siquiera lo saludaba. Es más, si se cruzaban en la calle, o en el templo, YIN BAO daba vuelta su cara o se cruzaba para evitarlo.-

Al rico YE WANG no le alcanzaba con que la inmensa mayoría lo idolatrase, no soportaba la indiferencia del hombre pobre.

Tanto sufría por esa actitud distante que un día, decidió ir a la choza de YIN BAO.-

El hombre humilde se hizo esperar. El rico, no se inmutó. Necesitaba quebrar la indiferencia de YIN BAO.-

Finalmente, se sentaron sobre unos almohadones deshilachados, y comenzó este dialogo:

¿Se puede saber porqué no me saludas ni me rindes culto como todos los demás?.
YIN BAO respondió:

¿Porqué habría de reverenciarte si de ti no recibo nada?

YE WANG, se sintió satisfecho. Tenía la certeza de estar en el camino correcto.-

Entonces, en esa convicción le dijo: Tienes razón. Cambiaré las cosas. Mañana tendrás novedades.

YIN BAO no respondió con gesto alguno el saludo entusiasmado de WANG quien antes de retirarse, agachó su cabeza dos o tres veces.-

El hombre rico, fue al día siguiente a una escribanía y donó al hombre pobre el 20 por ciento de su fortuna. Esperó que el escribano notificara al beneficiario.-

A la semana, al cruzar la plaza, WANG vió que YIN BAO compraba frutas en el mercado que cargaba en un carruaje con chofer.

Se apresuró, con ansiedad adolescente, fue al encuentro del entonces hombre pobre. Se puso frente a él.

YIN BAO, con indisimulada indiferencia giró su vista hacia el carruaje para evitar los ojos de WANG, quien no podía entender cómo este hombre no le agradecía su acto de beneficencia.-

No permitió siquiera que subiera al coche. Lo detuvo casi con violencia para inmediatamente preguntarle: ¿No me debes unas palabras de gratitud?. Te dí el 20 por ciento de mi fortuna.-

YIN BAO le dijo casi con odio en la mirada: ¡Miserable…te quedaste con el ochenta y aún pretendes que te agradezca. Córrete de mi vista!

WANG quedó desorientado. Cuando el carruaje se alejó, dejó caer pesadamente su cuerpo y lloró. Al día siguiente, donó ante el escribano un 30 % más de su patrimonio. Tenía la certeza de que ahora YIN BAO sí sería agradecido.-

Pocos días después, WANG cumplía 60 años. SE sintió desconsolado al advertir que YIN BAO no había concurrido a su palacio y que tampoco le había enviado regalos.-

Furioso fue hasta la choza de YIN BAO pero allí ahora había solamente un cartel que decía: “Casa natal del hombre que de un día para otro logró tener una fortuna, sin esfuerzos”.-

WANG buscó por todas partes a su beneficiario hasta que dio con él en una de las residencias más lujosas de la villa. Al verlo gritó: Felicitaciones millonario!.

YIN BAO respondió con un silencio cruel para las aspiraciones de WANG, quien le preguntó: No vas a agradecerme ahora?

Porqué habría de hacerlo? Cual es tu generosidad si a los 60 años con lo que te quedaste de dinero tendrás para disfrutar hasta el último de tus días?. Me pides que agradezca un acto que no te genera ninguna clase de impacto. No te afecta.

Hasta pronto. YIN BAO le dio la espalda sin saludarlo.-

WANG esperó el amanecer para desesperadamente ir a lo de su escribano. Sin dudarlo donó el resto de su fortuna a YIN BAO y quedó sumergido en la pobreza.-

Al llegar la primavera WANG comía las sobras de un restaurante mientras caminaba pisando el pasto del parque de la ciudad.

Quedó impactado al ver un coche tirado por seis caballos blancos que transportaba a YIN BAO acompañado de un séquito de mujeres que acariciaban su piel bajo el sol del mediodía.-

Con la voz quebrada WANG gritó: Y ahora.. me vas a decir gracias?!

YIN BAO, contestó con su característica frialdad. ¿Cómo habría yo de hablar con un miserable hombre pobre como tú?.

Acto seguido, con un látigo marrón hizo trepidar a la tropilla para que aceleren el paso.-

WANG mientras veía desaparecer tras la polvareda a YIN BAO, rompió en llanto.-

Había entendido que algunos hombres, muy pocos, uno solo en todo un pueblo, no tenía precio.-


ROSARIO LUFRANO

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